El
aprendizaje de la ética viene siempre de la mano con la captación de los
valores, que se muestran como los referentes obligados y vinculantes de toda
actuación justa. La ética, por tanto, debe guiar a la persona en la práctica de
estos valores que contribuyen justamente a su mejora personal y profesional.
Esta vinculación se debe precisamente a que toda persona por el hecho de ser
persona se inclina al bien. Como afirma Aristóteles: «el bien es aquello que
todos quieren y por dicha razón tienden a ello» (Ética a Nicómaco, 1). El bien
es aquello que mueve a las personas a obrar, a trazarse metas y proyectos.
Esta
inclinación del hombre hacia el bien hace precisamente que el hombre intuya la
existencia de los valores, como aquello que expresa un bien máximo que, al
mismo tiempo, busca y desea en su interior. Se trata ciertamente del carácter ideal de los valores que hacen
referencia a ese deber ser que reclama una existencia en la realidad. El estudio
del carácter ideal de los valores lleva al estudio de la filosofía del valor. El
hombre intuye los valores como una exigencia en su naturaleza, se trata del
hombre en cuanto que aprecia en su interior un valor ideal como expresión
primigenia de ese bien que busca y anhela y que ha de realizar con su obrar.
Por ello, el mismo hombre nace con la
carga de lo debido, y esto es justamente lo que fundamenta la conducta
ética, como esa exigencia que tiene el hombre de cumplir el valor en su
conducta, haciendo posible la Verdad y el Bien en relación con otros seres.
Ahora
bien, carácter “ideal” no quiere decir “subjetivo”, puesto que nos estamos
refiriendo a un primer momento de la captación del valor, sino que es ideal
por lo que designa el deber ser, en cuanto máximo ideal,
que reclama realización en la realidad, en el obrar humano. Este carácter ideal
de los valores conlleva siempre un aspecto de infinitud, dado que aunque el
valor se lleve a cabo en la realidad, éste nunca se acabará, sino que estará
siempre exigiendo “realizarse”. Para ilustrar el carácter ideal de los valores
veamos como existe el ideal de la justicia que se hace realidad en los actos de
justicia, los mismos que no agotan ni realizarán plenamente el ideal de
justicia; por lo que no hay que confundir el ideal de justicia con los actos de
justicia que se logran en la propia vida personal a través de la puesta de
práctica de los principios éticos.
El
valor, por tanto, es independiente del sujeto, posee un valor ontológico, pero
al mismo tiempo posee un carácter ideal, en cuanto que constantemente está
llamando a su realización en el actuar humano. Aún más, el valor está ligado al
mismo tiempo al sujeto, en cuanto que es apreciado por éste como expresiones
ideales del bien que anhela en su interior. El valor es en sí mismo apreciado
por lo que de ideal hay en él y, al mismo tiempo, es hecho realidad mediante el
obrar ético de las personas, de ahí la estrecha relación entre valor y ética.
0 comentarios:
Publicar un comentario